No soporto las reuniones de consorcio. Quizás porque vivo acá desde chico: nunca me mudé y las vecinas viejas me tratan como si siempre tuviera ganas de sentarme junto a ellas y oír lo interesante que son sus vidas. O tal vez porque se trata de reunirse en el palier para transformarlo, aunque sea por unos minutos, de lugar de paso a lugar social y turnarse y decir cosas que los otros no escuchan y que quedarán flotando entre la puerta de entrada, el ascensor y las escaleras.
No conozco persona que viva en un edificio y que crea que dichas reuniones son productivas. Sinceramente no sé para qué la gente va. Yo no suelo ir. Pero, debo admitirlo, ayer fui el primero.
Llegué temprano. Siete menos diez, aunque era a las siete. Y me senté en la escalera. A esperar. Diez minutos. Primero llegó la señora del octavo B, la esposa del ex encargado del edificio que se robó diez mil pesos. Después, una de las viejas de vida interesante y luego los demás.
Yo fui para verla a ella, para conocerla, pero no apareció. Me enteré que la mujer del décimo se pelea mucho con el marido, que el pibe del tercero va al Colegio Carlos Pellegrini y que, según la madre, mantiene un promedio tan alto que “hasta las maestras se sorprenden”, que a la viuda del quinto C le robaron un corpiño negro de la terraza, que la cumbia del hijo de la peluquera que vive entre el sexto y el séptimo molesta a gran parte del edificio y que si el perro de la chica del once A no deja de ladrar en agudo el señor del once B le va a mandar una carta documento con copia al consorcio, pero ella no apareció.
También tuve que votar. Levanté la mano algunas veces: a favor de que el consorcio pagara el arreglo de las paredes húmedas y descascaradas del baño del viejo del noveno C. En contra de que el consorcio echara al portero, Juan Cavanastro, por "dar vueltas y vueltas sin limpiar absolutamente nada". Y de nuevo a favor, cuando se propuso reponer la baranda de la entrada. Hubo varias mociones y, en todas, algunas a favor otras en contra, levanté la mano. Pero ella no apareció.
Me fui expectante. Ansioso y a la vez enojado: por haber sido partícipe del conventillo entre vecinos y no haber podido conocerla. Me sorprendió que nadie la mencionara, que nadie dijese: "no puedo dormir porque coge y grita como si cabalgara desnuda sobre un caballo desbocado".
Por ahí no lo toman como una molestia: les gusta excitarse con sus exclamaciones y escucharla tratando de adivinar qué dirá a continuación. Pensé en proponer el tema pero callé porque sabía que la iba a comprometer. Me extrañó que nadie dijera nada... Hasta dude de si...
Supongo que en la semana subiré y le tocaré el timbre. Para ver si es real. Para comprobar si existe. Para conocer el resto del cuerpo de esa voz que gime por las noches y me condiciona a escribir, insomne, en este blog de sueños intranquilos.
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7 comments:
Usted es increíble!
In-Cre-i-Ble!
Salud!!!!.
Le pido disculpas al anónimo que me acusó de "careta" y que dijo que este blog pertenece a "Un posmodernismo ya usado, gastado de ataraxia y parcimonia".
Le pido disculpas, pero parsimonia se escribe con S.
Sencillamente colosal, gracias!
lo saluda U.
hoy no tengo ganas de leer todo
pero hay una inocencia en el narrador, tal vez sea estrategia.
Abrazo FedeMan.
Adhiero al increíble del primer comentario. Este blog se me está haciendo una adicción
Y si la vieras... y si fuera real? que es lo que querrias saber de ella?
¿Y quién le dijo a usted, personaje anónimo, que la puta no es real?
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