Monday, November 19, 2007

Insomnio

Estoy acostado en la cama, a oscuras, boca arriba. Hace calor. La ventana está abierta pero el aire, quieto, parece embalsamado. No puedo dormir: llevo horas con los ojos abiertos, distingo todas las siluetas de la pieza. Ya dije: faltan seis horas para levantarme, dije: faltan cinco horas para levantarme, y dejé de mirar el reloj, aunque sé que faltan menos de cuatro horas para levantarme.

Siluetas. La bandera de Italia, el cuadro de Klimt, hojas amontonadas sobre libros. Escucho. ¿Qué otra cosa puede hacer uno en la oscuridad, con los ojos abiertos, sino ver siluetas y escuchar? Escucho y siento las gotas de transpiración que me bajan por el cuello.

Arriba hay cuchicheos. Se oyen grititos, no sé si son dos personas cogiendo o un bebé que pide teta. Cierro los ojos para tratar de escuchar mejor y pienso por qué habría de escuchar mejor con los ojos cerrados. Los vuelvo a abrir, pero no escucho, y los cierro otra vez. Risas. Risas femeninas. Y un bebé, pero en departamentos distintos. El sonido del bebé viene de abajo. La risa, no. La risa parece venir de otro lugar: acostado no tengo referencias espaciales. Debería incorporarme para saber de dónde viene la risa. Pero no me importa. La risa viene de donde yo decida.

Cierro los ojos e imagino que la risa es de Claudia. Que Claudia está acostada, igual que yo, mirando el techo, cinco o seis metros arriba de mi cuerpo. A Claudia la imagino morocha, ojos marrones, nariz delicada. Se ríe tímida, la pupilas húmedas, los pies fríos.

El bebé llora. La madre le dice buberón, buberón y me pregunto por qué a los chicos a veces se los trata como pelotudos. Quizás la madre sea pelotuda y no encuentre otra forma de relacionarse con el nene. Me importa un carajo. Quiero dormir, que le den el buberón y se vayan a la concha de su madre, los dos, pero en silencio. Sin hacer ruido. El bebé llora y la canilla de mi baño gotea. Gotea, tic, gotea, tac. Gotea, tic, gotea, tac. Gotea, tic, gotea, tac.

Con precisión sincronizada y ruido calcado. Un ruido que gotea, tic, gotea, tac en el medio del cerebro como si la canilla estuviera dentro de mí, en la base de la médula.

Voy al baño.

Prendo la luz, siento un shock de brillo en los ojos. Siento que no voy a volver a dormir en toda noche. Cierro la canilla. No veo nada. Me choco con la mesa de luz. Tanteo la cama y me acuesto. Boca arriba. El bebé no llora. Nadie se ríe. Cierro los ojos. Y de vuelta el goteo. Gotea tic. Faltan pocas horas. Gotea tac. No puedo más. Gotea tic. Estoy cansado. Gotea tac.

Si tiene ganas, si todavía no se quedó dormida, esta vez, se podría levantar Claudia.