Sunday, April 10, 2016

Tatuada




Y cuando se acostaba y trataba de dormir, podía sentir el movimiento de las líneas. A veces, el dibujo descendía hacia la panza o se desplazaba hasta atrapar un hombro: se disponía como telaraña y lo manchaba con tinta negra hasta que ella, molesta, prendía el velador. Y sin embargo, cada vez, antes de la luz, apenas apoyaba el pulgar en el interruptor percibía cómo, bruscas, las líneas se volvían a organizar alrededor del cuello.