Wednesday, February 29, 2012

Escritores fallidos


Un escritor, soga en mano, a punto de colgarse de una viga del techo, se dispone a redactar unas líneas de despedida, toma un lápiz y escribe la consabida frase de que no se culpe a nadie de su muerte.

Hasta ahí va bien la cosa, pero decide añadir unas líneas para pedir disculpas a sus seres queridos y, en vez de redactar, se pone a escribir.

Dos horas después lo encontramos sentado a la mesa, la soga olvidada sobre una silla, tachando adjetivos y corrigiendo una y otra vez la misma frase para dar con el tono justo. Cuando termina está agotado, tiene hambre y lo que menos desea es suicidarse.

El estilo le ha salvado la vida, pero quizá fue por el estilo que quiso acabar con ella; tal vez uno de los resortes de su gesto fue la convicción de ser un escritor fallido y tal vez lo sea, como lo son todos aquellos que pretenden escribir el justificante perfecto, que son los únicos que vale la pena leer.

Escriben para justificar que escriben, la pluma en una mano y una soga en la otra.


Fabio Morabito

Tuesday, February 28, 2012

Comete un repollo, manatí

Un suave y siniestro sonido



"...animado por una suerte de movimiento inmóvil, del que salía un ruido continuo, semejante a un chirrido subterráneo casi imperceptible como el de ciertas células vistas con microscopio".

Albert Camus, en El primer hombre.