Tuesday, July 29, 2008

Wednesday, July 23, 2008

Diálogo



Escritorio del aeropuerto de Bariloche. Un empleado, sweater azul intenso, pin de Aerolíneas, mira atento el monitor de la computadora. Hola. Levanta la vista y, sin mosquearse, la baja para seguir leyendo lo que leía antes de que yo lo interrumpiera. ¿Qué tal?, dice sin ganas, por cortesía, es sabido que uno no puede ignorar sin motivos a un casual interlocutor. Te molesto un toque porque tengo entendido que, por los códigos internacionales de aviación, después de una demora de más de seis horas, ustedes, o la empresa, que vendría a ser lo mismo, están obligados a darnos US$ 250 en ticket de viajero, un hotel y una llamada gratis, como mínimo. Sorprendido, vuelve a mirarme, sonríe humilde.Tenés razón, negro, dice. ¿Si te corresponde? Te corresponde. Pero estamos fundísimos, no hay un peso. Acá, nadie te va a dar nada.

Saturday, July 19, 2008

Plumíferos





El bailarín Urlezaga, a veces, tiene la postura de una paloma en celo: altivo, con el cuello estirado y la frente perpendicular al piso, los hombros, a pesar de que las palomas no tengan hombros, los lleva bien arriba. Otras veces, estación de servicio en el Bolsón: la cajera le pide un autógrafo luego de varios gritos histéricos, Urlezaga sonríe con una mueca en la que se mezclan la vergüenza y una explícita falsedad.

Iñaki debe ser un tipo acostumbrado a que todos, debería ir con mayúscula, cumplan con lo que, él dice, se debería cumplir. Iñaki no viaja en la misma combi que sus compañeros de baile, Iñaki es una estrella, Iñaki viaja en otra, con su hermana, una mujer rubia que, es evidente por la forma de su cuerpo, no baila clásico, no podría, y su madre, que tampoco baila y tiene el pelo de un color artificial que roza el rojo sanguíneo.

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En la base del cerro La Hoya hace frío. Hay viento y la temperatura debe estar cerca de los grados bajo cero. Por eso, Iñaki y sus bailarines no llevan los típicos trajes de baile clásico sino camperas y pantalones de tela gruesa.

Hace frío e Iñaki sale del refugio y se acerca, camina lento, hacia el escenario. Unas cien personas, gobernador de la Provincia, secretarios, intendentes; lameculos infaltables, oportunistas de ocasión se agolpan expectantes. Pero Urlezaga, ésta vez, altivo, con el cuello estirado y la frente perpendicular al piso, dice no, así, no, yo así no sigo. Y se va, da media vuelta y desaira a las cien personas, al señor gobernador que, parece, es obligación decirlo, todo el mundo lo repite una y otra vez, hizo tanto por la Provincia, a los secretarios, a los intendentes; a los lameculos infaltables y, por qué no, también, a los oportunistas de ocasión.

Urlezaga está ofendidísimo. Cómo puede ser, un artista de su talla internacional tenga que bailar en un escenario improvisado con planchas de corcho sobre cajones de cerveza. Y tiene razón. Al menos en lo que repecta a que saltar ahí, con los músculos tensos por el frío, sobre ese piso endeble es una completa locura. Urlezaga no quiere bailar. Está claro. Aunque también está claro que, para llegar a Chubut, Urlezaga recibió cerca de cincuenta mil pesos y eso, todos lo sabemos, no es un monto despreciable.

Así, a pesar de que si sus piernas estuviern aseguradas, la aseguradora podría hacerle un juicio y ganárselo por afano, Iñaki sale al ruedo. Y baila. Sin ganas, pero baila. Se destaca uno de sus compañeros, feo como él solo, con los dientes para afuera, que le pone ganas como si estuviese en el Colón, a 25 grados y con su mamá y su novia, juntas, en la primera fila.

Libertango, Rapsodia Bohemia. Fin del espectáculo: con riesgo y todo embolsar cincuenta lucas en cuatro minutos no está nada mal. Pero hace frío e Iñaki y su trouppe vuelven al refugio donde almuerzan un guiso, exquisito, titulado “perfume de pollo”. En ese momento, al probar el guiso, al sentirse, de vuelta, reconocido, es que Iñaki relaja el cuello, baja la frente y se dispone a descansar, como una paloma con la libido saciada.

Thursday, July 17, 2008

Friday, July 11, 2008

Se, se, se

Se miran , se presienten , se desean,
se acarician, se besan , se desnudan,
se respiran, se acuestan, se olfatean,
se penetran, se chupan, se desnudan,
se adormecen, se despiertan, se iluminan,
se codician, se palpan, se fascinan,
se mastican, se gustan, se babean,
se confunden, se acoplan, se disgregan,
se aletargan, fallecen, se reintegran,
se distienden, se enancan, se menean,
se retuercen, se estiran, se caldean,
se estrangulan, se aprietan, se estremecen,
se tantean, se juntan, desfallecen,
se repelen, se enervan, se apetecen,
se acometen, se enalzan, se entrechocan,
se agazapan, se apresan, se dislocan,
se perforan, se incrustan, se acribillan,
se remachan, se injertan, se atornillan,
se desmayan, reviven, resplandecen,
se contemplan, se inflaman, se enloquecen,
se derriten, se sueldan, se calcinan,
se desgarran, se muerden, se asesinan,
resucitan, se buscan, se refriegan,
se rehúyen, se evaden y se entregan.


Oliverio Girondo

Sunday, July 6, 2008

Justificación

"No habiendo testigos, y si los hubo, no consta que hayan sido llamados a estos autos para declarar lo que pasó, es comprensible que alguien pregunte cómo se sabe que estas cosas ocurrieron así y no de otra manera, la respuesta es que todos los relatos son como los de la creación del universo, nadie estaba allí, nadie asistió al evento, pero todos sabemos lo que ocurrió".

En "Ensayo sobre la ceguera", José Saramago se revela contra el concepto de que el lector cree cualquier cosa y justifica el saber de su narrador omnisciente.

Saturday, July 5, 2008

Thursday, July 3, 2008

Calle Alcina

Hipólito Yrigoyen 250. Ministerio de Economía y Producción de la Nación. Doce escalones. Cuatro pasos. Ocho escalones más. La entrada. Exhibición de documento. Espera de confirmación de entrevista. Entrega de una tarjetita. Pase de la tarjetita por un visor. Puerta giratoria. Ascensor. Piso doce. El ascensor sube rápido, muy rápido y cada vez que se cierran las puertas uno siente, en el estómago, algo que se suele describir como una especie de vacío aunque, en realidad, es otra cosa; es una sensación extraña de miedo repentino frente a un movimiento al que no estamos acostumbrados; pero que, en este caso, para simplificar, ya que lo central, aquí, es exhibir el error de quien maquetó el edificio del Ministerio de Economía, denominaremos, una especie de vacío.

Piso doce, dice la máquina con voz de mujer. Uno baja, delante de uno está la maqueta del edificio. Siguiendo la escala de la maqueta, uno debe medir menos que la uña de un pulgar, o de un dedo meñique. En la maqueta se ven los doce escalones, los ocho más, la entrada. La calle Hipólito Yrigoyen. El cartel de la esquina. Y ahí, en el cartelito indicador, ubicado en el cruce, con letra diminuta, casi imperceptible, figura la calle Alcina.