Así hablamos de la Sicilia eterna, de la Sicilia de las
cosas de la naturaleza, del perfume del romero en los Néborodi, del sabor de la
miel de Melilli, del ondear de las mieses en un día ventoso de mayo, como se
ven desde Enna, de las soledades alrededor de Siracusa, de las ráfagas de
perfume vertidas sobre Palermo por los naranjales en ciertos anocheceres de
junio. Hablamos del encanto de ciertas noches estivales a la vista del golfo de
Castellammare, cuando las estrellas se reflejan en el mar que duerme y el espíritu
del que se ha tumbado entre los lentiscos se pierde en el torbellino del cielo,
mientras el cuerpo, tendido y alerta, teme que se acerquen los demonios.
Giuseppe Tomasi di Lampedusa
1 comment:
vaya paisaje!!
Post a Comment