Monday, June 28, 2010

Un buen tipo



Subimos al taxi. Tenemos valijas, así que ella va atrás, yo adelante. El taxista lleva boina y un escarbadientes en la comisura derecha. Debe ser zurdo. Parece de esos que no quieren hablar, que están enojados con algo desde hace mucho. Mejor. Mejor el silencio. Hasta que llegamos ahí, debajo de la autopista, donde duermen varios.

— Pobre gente.
— Sí.
— No, en serio.
— Sí. Sí. Es tristísimo.
— Mirá ese por ejemplo. Viviendo ahí, con el lomo que tiene.
— …
— Podría estar laburando.
— No sé si le será tan fácil conseguir tampoco. No debe tener para comer.
— No quiere. No laburan porque no quieren.
— ¿Usted cree?
— Es así, creeme que es así.

Otra vez no, pienso y la miro a ella. Sé que está pensando en saltarle al cuello, destrozarle con los dientes las venas de detrás de la oreja, clavarle los pulgares en los ojos y apretar hasta sentir que las esferas gelatinosas se meten para adentro, se clavan en el cerebro.

— ¿Sabe lo que se necesitaría en este país? —digo.

Y ella, me intuye, abre los ojos. Me conoce y no le gusta.

— Un Hitler —digo.

El tipo sigue manejando. Escucha.

— Alguien que viniera y exterminara a todos. Pero a todos, nada de pelotudeces.
— Se…
— Uno que se dejara de joder, que fusilara en Plaza de Mayo por decenas, a la vista del público. Que mandara mensajes por televisión. Que generara pánico.
— Así estaríamos mejor.
— ¿Y sabe qué? Si uno llega a robar, sea porque no tiene para comer o por lo que sea: un tiro en la pierna.
— …
— Sí. Un tiro en la pierna y nada de hospitales públicos donde atienden a cualquiera. Que se arregle solo, que se cure solito. Así, la gente empezaría a aprender.
— Y hablan mal de los militares —dice el tipo y pienso que, quizás, si le hubiera recitado a Bakunin también estaría de acuerdo. Tal vez no.

Ella se quiere bajar desde hace, por lo menos dos cuadras.
— Creo que acá habría que hacer algo más taxativo. Los militares eran una manca cagones.
— Muchos hacen propaganda y dicen que Hitler sólo mató judíos, pero es mentira, también mató a gitanos, a homosexuales, a muchos…
— El único problema —digo—. Es que acá, si hicieran matanzas en masa, a los que primero fusilarían sería a los taxistas y remiseros. Y no me parecería mal, le digo sinceramente. Hay mucho chanta....
— Ah, ah, ah. ¡Ojo! Que si hay que salir con corbata y camisa, yo no tengo ningún problema. Puedo ir así, bien empilchado, proljo.
— Sí. Igual usted sabe que en esos casos, uno no se pone a diferenciar. Si hay que matar, se mata a todos y a la mierda.
— Se.

Las últimas dos cuadras, las hacemos en silencio. Llegamos. Ella se baja con una de las valijas. El tipo me da el cambio sin mirarme. Cuando cierro la puerta, acelera y se pierde por Entre Ríos.

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