Saturday, May 17, 2014

Su realidad*



En Zurich, a los 82 años de edad, acaba de morir uno de los grandes benefactores de la humanidad.

Eso escribió García Márquez en 1953. Si cambiáramos la ciudad por México y la edad por 87 años, la frase recobraría vigencia.

Gabo hablaba de Jacques Edwin Brandenberg, el inventor del papel celofán: nosotros hablaríamos de él.

Digo Gabo como si lo hubiera conocido; de algún modo lo hice. Leer es acercarse a quien escribe y él hizo mucho para que pudiéramos acercarnos.

Decía Gabo, entonces, que Brandenberg era una gloria “por haber creado una útil y muy higiénica realidad de mentirijillas, al lado de la realidad verdadera que sirve para muchas cosas menos para que sean más bellos los bombones”.

De él, podríamos decir lo mismo.

La realidad de Gabo servía para que fueran más bellos los bombones, los hombres famélicos arriba de una balsa, los directores de cine proscriptos, los zapateros remendones y los nenes en los parques. Hasta los secuestradores.

La realidad de Gabo servía para que fuera más bella la realidad, que no suele ser bella.
Sobre la realidad de Gabo podríamos decir muchas cosas, porque éste parece ser uno de esos momentos en el que no hay nada para decir y, sin embargo, hay que decirlo porque de alguna manera sólo eso hacemos todo el tiempo: decir cosas.

Qué tristeza, la muerte de Gabo y su realidad.



*Publicado en el diario Página 12.

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