
El vaivén del colectivo, el sol que entra tibio a través de la ventana, el recuerdo, lo adormecen de a poco.
Escucha a una mujer que habla en voz baja y lejana, un bocinazo, el ladrido de un perro.
Se acomoda en el asiento rígido y en ese cálido estado de somnolencia, siente sobre la cara la ácida textura del erizo de mar, el gelatinoso cuerpo que lo asfixia.
1 comment:
se nota q te gusta Saer jeje.. me gusta mucho tu blog, ojalá sigas posteando
Post a Comment