Thursday, April 24, 2008

Mariposas*




Hace más de 20 siglos, el filósofo chino Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Su problema fue que, al despertar, no sabía si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que soñaba ser un hombre. Hoy, en SM, lejos de soñar, hay un hombre, AV, que colecciona mariposas, aunque quizás, y él no lo sepa, los más de 70.000 lepidópteros que tiene en las vitrinas de su museo sean filósofos chinos soñados, día a día, por coloridos insectos voladores.

A los seis años, V juntaba bichos, escarabajos y todo lo que encontraba. Sus padres le construyeron un laboratorio donde, precoz, hacía taxidermia de pájaros y de reptiles. Sin embargo, no lo duda, su pasión son las mariposas. Tiene miles. Las ordena, clasifica: Pasa tardes observándolas “para descubrir nuevos detalles”, pero, lejos, lo que más le gusta es cazarlas.

V dice “cazar mariposas” como si estuviera hablando de ciervos, pumas o jabalíes. Sin embargo, pese a lo que uno puede pensar al verlas volar delicado, atraparlas no es una afición tranquila. Además de vestirse como si fuera a un safari en busca de leones, el hombre —bermuda caqui, camisa clara, medias tres cuartos— debe atravesar pantanos, escalar montañas y sufrir los embates de sanguijuelas, víboras y especies desconocidas.

V habla poco. Muy poco y responde a cada pregunta con frases cortas, una o dos palabras entonadas fuerte, como si en vez de contestar, diera una orden terminante.


¿Estuvo alguna vez en una situación peligrosa?
Amazonas.

¿En qué año fue?
No recuerdo. No importa.

Dice conocer todas las especies que existen. Dice que con ver volar una mariposa, se da cuenta de si es una Morpho epistrophus, una agria Prepona o un ejemplar inédito. También dice que descubrió tres nuevos ejemplares, uno en Salta y dos en el Amazonas. Además, dice ser el único argentino con un permiso para cazar lepidópteros emitido por la organización internacional CITES. Sin embargo en, CITES, también con frases cortas y concretas, dicen que nunca oyeron hablar de un tal V.

La almohada de V debe tener olor a naftalina porque V, todo el día, toca “de forma muy delicada” las suaves alas de mariposa y pone, debajo de cada insecto, una de esas pelotitas blancas, volátiles y olorosas, que llenan con su ácido perfume la piel, los libros, la ropa y hasta el pelo de quien se les acerca.


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En la guía ilustrada que V publicó hace dos años “para la identificación de ejemplares diurnos y nocturnos de la Provincia de Buenos Aires”, escribe: “Es improbable que las mariposas, al igual que todos los insectos, sientan dolor debido al rudimentario cerebro que poseen , ya que actúan instintivamente ante cualquier agente externo que les signifique peligro (?). No obstante ello, si el objetivo es sacrificar un ejemplar para conformar una muestra de estudio, el accionar está justificado”.


Luego de atraparlas y asesinarlas sin dolor, V las desinfecta y deshidrata. Cuando están listas, las clasifica y expone en vitrinas, donde, por mucho tiempo, las mariposas, pequeños lepidópteros, podrán seguir soñando que, en realidad, no son más que filósofos chinos atravesados por la punta de un alfiler.


* Nota publicada (o casi) en el increíble mundo zonal.

Wednesday, April 9, 2008

No bajemos la persiana

“Tres cosas para escribir como se debe: no reprimirse, saber contar lo que no se reprime y atreverse a llegar hasta el final, sin que te importe lo que diga tu portero, tu mina, tu vieja, tus amigos o el tipo que te pasa los tomates”.


Fogwill, en la nota del amigo Roka Valbuena, en Crítica del domingo.